Hoy os hablaré de un disco muy especial del que esperaba hablar desde que empecé a escribir esta sección hace casi un año y medio. Os hablo del decimocuarto y último trabajo de
Pink Floyd, "
The Division Bell".
Publicado en 1994, 7 años después de su predecesor "
A Momentary Lapse Of Reason", se trata del punto culminante a nivel compositivo de la mano del guitarrista y cantante
David Gilmour.
Tras casi 3 largos años de gira durante la cual publicaron el álbum en directo "
Delicate Sound Of Thunder" en 1988, la banda se tomó un descanso hasta que surgieron nuevos temas en base a las improvisaciones entre
Gilmour,
Wright y el batería
Nick Mason, los tres
miembros que quedaban de la formación
clásica de la banda.
Mediante un largo proceso de eliminación pasaron de una lista de 27 posibles temas a los 11 definitivos que
conformarían el álbum. Sin embargo los créditos compositivos no sólo fueron
atribuídos a
Gilmour, ya que 4 de los temas fueron
co-escritos por
Wright y un quinto exclusivamente
atribuído a él, además de la colaboración de la esposa de
Gilmour,
Polly Samson, en el tema final del álbum "
High Hopes".
En cuanto a sonido y estilo, cuenta con una producción más pulida que su predecesor y un trabajo a nivel grupal excelente, sin olvidar momentos clave como los solos de
Gilmour: sencillos, melódicos y como siempre, agradables y bien acompañados por las envolventes atmósferas creadas por
Wright en los teclados.
Este es el caso de temas como "
Cluster One" o "
Marooned", ambos temas instrumentales. El primero de ellos es el que abre el disco, atrapando al oyente en un estado de serenidad gracias a los suaves acordes de
sintetizador y los dulces punteos de guitarra antes mencionados.
El segundo recibió en 1995 el premio
Grammy a "Mejor interpretación de
Rock Instrumental", y es el único tema de la banda en el que se puede escuchar como
Gilmour utiliza un pedal de
Whammy, ampliando el registro de su guitarra y alcanzando tonos muy agudos.
También se encuentran en el repertorio temas más acústicos como "
Poles Apart", cuya letra habla de los
ex-miembros de la banda
Syd Barrett, que se vio obligado a abandonarla por sus problemas con las drogas a finales de los 60, y
Roger Waters, el cual demandó a los otros tres miembros por los derechos del nombre de la banda, así como de los temas compuestos por él durante su estancia en la misma cuando éstos se disponían a publicar un nuevo álbum sin él.
Volviendo a lo que decía antes, hay dos temas que merecen una mención especial, por lo menos desde mi punto de vista: "
Coming Back to Life" y "
High Hopes"(antes mencionada).
La primera contiene
probablemente uno de los mejores solos de guitarra de
Gilmour a lo largo de su carrera. La introducción sigue una dinámica similar al clásico "
Shine On You Crazy Diamond", ya que comienza con un
sintetizador muy denso que acompaña un solo de guitarra limpio y muy sencillo, como es característico del guitarrista.
Y por su parte "
High Hopes" es la última canción del disco, así como de la banda. De hecho fue colocada como canción de cierre por el contenido de su letra, que relata en cierto modo la carrera de
Pink Floyd hasta aquel momento. Este hecho le da una gran emotividad, bien expresada por la voz de
Gilmour, siempre clara y sincera. La instrumentación de esta canción merece el visto bueno de todo aficionado a la música, sobre todo el solo final de
Gilmour con su
steel guitar.
Temas de este álbum como estos dos últimos fueron tocados junto con grandes clásicos de la banda, así como el "
Dark Side of the Moon" (íntegramente), en su álbum en directo "
P.U.L.S.E.", grabado en el
Earl's
Court de Londres en octubre de 1994. Éste es uno de sus mejores y más reconocidos conciertos. Dos horas y media de música sin pausas.
Recomendable ahora que se acerca el verano para relajaros mientras escucháis temas como éstos bajo el sol y acompañados por la brisa y el sonido de las olas. Os dejo aquí con "
Coming Back to Life" para que la disfrutéis: